El Comité noruego ha otorgado este viernes el Premio Nobel de la Paz para el año 2023 a la activista iraní por los derechos de las mujeres Narges Mohammadi (Zanjan, 51 años), por su “lucha contra la opresión de las mujeres en Irán y su lucha para promover los derechos humanos y la libertad de todo”. Mohammadi cumple una pena de más de 10 años de prisión en el penal de Evin, en Teherán. El galardón ha sido anunciado desde Oslo por la presidente de la organización Berit Reiss-Andersen, que ha reconocido la labor de “ todo el movimiento” en defensa de las mujeres en Irán que, entre otras, lidera la hoy galardonada. Mohammadi partía en cabeza de una lista final de seis nominados —de un total de 351 candidaturas—, que también incluía a la activista afgana Mahbouba Seraj, al Tribunal Internacional de Justicia, los activistas por los derechos de los pueblos indígenas Victoria Tauli-Corpuz y Juan Carlos Jintiach, al diplomático Kyaw Moe Tun y el Consejo Consultivo de Unidad Nacional de Myanmar y al Human Rights Data Analysis Group (HRDAG), una organización que documenta datos sobre violaciones de los derechos humanos.
Reiss-Andersen ha señalado durante el anuncio del premio que el Comité Nobel noruego desea a través de este galardón que el movimiento de defensa de las mujeres en Irán continúe y no sea derrotado.
Narges Mohammadi comenzó su labor en favor de los derechos humanos en la universidad, mientras estudiaba física e ingeniería. Desde entonces, hace más de tres décadas, ha reclamado la igualdad de derechos de las iraníes y denunciado las violaciones de derechos humanos por parte de la República Islámica de Irán, especialmente respecto a los presos de conciencia y las minorías. También ha abogado por la democracia, las elecciones libres y la abolición de la pena de muerte en su país. Mohammadi compatibilizó inicialmente su trabajo como ingeniera en una empresa estatal con colaboraciones periodísticas en diarios reformistas. En 1998 fue detenida por primera vez. Aquella primera estancia en prisión duró un año.
El precio que ha pagado esta activista por su compromiso con los derechos humanos ha sido perderlo casi todo. Su trabajo —en 2009 fue despedida—; su libertad —lleva entrando y saliendo de prisión desde ese mismo año— y su salud —ha sufrido varios ataques al corazón en la cárcel, donde se le ha negado la adecuada asistencia médica y se la ha mantenido en aislamiento durante largos períodos, según Amnistía Internacional—. El régimen iraní le ha arrebatado también el ver crecer a Ali y Kiana, sus mellizos de 16 años, a los que hace ocho años que no ve y que viven en el exilio en Francia.
Mohammadi está ahora encarcelada en la celda número 4 del ala de mujeres de la prisión de Evin, condenada por “difundir propaganda contra el Estado”. El pasado 16 de septiembre, cuando se cumplió un año de la muerte de Mahsa Yina Amini y del inicio de las protestas contra el régimen en Irán, Mohammadi quemó su velo en el patio de la cárcel con otras presas. Esa y otras protestas en apoyo de los manifestantes le han valido la apertura de seis nuevas causas judiciales contra ella en siete meses. Los jueces han añadido ya dos años y 3 meses a su condena por mostrar solidaridad con los manifestantes.
“Nadie debe permanecer en silencio ante tanta crueldad”, escribió sobre la muerte de la joven Amini y la represión de las protestas, la recién galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2023 en una carta recogida por la cadena de televisión ARTE. El texto concluye: “Estamos luchando por un cambio histórico desde la República Islámica de Irán a un gobierno secular basado en los derechos humanos y la democracia. Permitidnos continuar nuestros esfuerzos; que la resistencia y la lucha vayan de la mano del amor y del amor por la vida. Sigamos en pie. Sigamos luchando, demos un paso cada vez y preparémonos para los siguientes”.
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El pasado año, este reconocimiento por la lucha para la paz recayó en el director de la ONG bielorrusa Viasná, Ales Bialiatski; la fundación rusa Memorial, liquidada ya por el Kremlin y la justicia rusa a finales de 2021, y del Centro para las Libertades Civiles ucranio. En más de 120 años de historia, el Nobel de la Paz ha premiado a 110 personas (de ellos, 18 mujeres) y 27 organizaciones. Ningún español lo ha ganado, pero sí cinco latinoamericanos: el argentino Adolfo Pérez Esquivel (1980), el mexicano Alfonso García Robles (1982), el costarricense Óscar Arias (1987), la guatemalteca Rigoberta Menchú (1992) y el colombiano Juan Manuel Santos (2016).
Este premio Nobel es el único de los seis galardones que se otorgan y entregan fuera de Suecia por deseo expreso del creador de los premios, el magnate sueco Alfred Nobel, debido a que, en su época, Noruega formaba parte del vecino país.
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