Mientras las tareas de rescate en Marruecos entran en su etapa final tras el devastador terremoto del pasado viernes ―que ya deja cerca de 3.000 muertos y más de 5.500 heridos―, cientos de personas en España se movilizan con el apoyo de asociaciones vecinales y sociales para enviar ayuda a los supervivientes. Las peticiones de asistencia en las redes sociales alentaron casos como el de Salma Aitel, una community manager de 24 años, nacida en Casablanca y residente en Madrid. “Publiqué en Instagram que en mi pueblo necesitábamos ayuda y se difundió por todas partes. Jamás pensé que la iniciativa se convirtiese en algo tan grande”, asegura a EL PAÍS en una conversación telefónica.
Su plan de recogida, repartido en cuatro puntos de la Comunidad de Madrid (las zonas de Embajadores y Usera, en la capital; y en los municipios de Parla y Alcalá de Henares), movilizó a decenas de personas. “Necesitamos hasta 30 voluntarios para organizarnos”, afirma. Bolsas con sábanas y mantas, cajas con abrigos o zapatillas, otras con pañales y alimentos no perecederos fueron llenando los puntos de recogida. “Contábamos con solo un par de furgonetas y ahora tenemos tres tráileres llenos de donaciones”, manifiesta.
La sociedad civil adelanta la tarea de brindar asistencia humanitaria, labor que ha sido vetada a países como Francia o Alemania por la negativa del rey Mohamed VI. De momento, Rabat solo ha aceptado la ayuda de cuatro países: España, el Reino Unido, Emiratos Árabes Unidos y Qatar. Muchas de las ayudas se impulsan por iniciativas privadas. En España, decenas de asociaciones y grupos ciudadanos ―liderados principalmente por personas de origen marroquí― han convocado durante esta semana recogidas de alimentos, ropa, medicamentos, pañales o material sanitario.
Aitel agradece el éxito de la recogida a su amiga Sofia Meca Ekasser, una administrativa marroquí de 26 años, la primera en difundir la campaña en su Instagram (con más de 30.000 seguidores). “No somos parte de ninguna asociación y, aun así, recogimos mucho más de lo que esperábamos. El impacto de las redes es brutal”, señala Aitel, que ha viajado este jueves a Marruecos para distribuir la ayuda en Marraquech y en Uarzazate, una de las ciudades más devastadas tras el paso del seísmo, de donde es su familia paterna.
En el barrio madrileño de El Pilar, un grupo de amigos que ronda los 20 años impulsó desde el miércoles una campaña de recolección en Instagram y en X (red social conocida antes como Twitter). “En el barrio hay una gran comunidad marroquí. Hay personas aquí que aún no tienen noticias de su familia, así que queremos ayudar en lo que podamos”, asegura Ibra, un joven de 20 años, en la Casa de la Juventud, un espacio de reunión vecinal donde recibieron los donativos. A las pocas horas del inicio, su recolecta acumula decenas de bolsas con ropa de invierno, pañales, linternas y medicamentos. “Alimentos no, porque la aduana [de Marruecos] los tira”, advierte el joven, basándose en rumores difundidos en redes sociales.
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El reto que sigue ahora es mayúsculo: hacer llegar la ayuda a las zonas más afectadas en el menor tiempo posible. Sabah Yacoubi Channing, presidente de la Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes (ATIM) en la Región de Murcia, explica que, a pesar de la solidaridad de la comunidad, también es importante que empresas ―especialmente de transporte―, se sumen a las iniciativas locales. “Hacemos un llamamiento de apoyo a las compañías [para que presten sus vehículos]”, reclama la directiva. En su asociación reciben transferencias para poder costear el desplazamiento de la ayuda: “Si nadie nos puede dejar una nave, vamos a recaudar el dinero para una”.
Lo mismo ha hecho Salma Aitel. Amigos y voluntarios recaudaron dinero para financiar los tráileres, que partieron hacia el sur en la noche del miércoles. “Espero que no tengan problemas en la frontera”, recalca la joven, que confiesa que “la información es muy confusa con respecto al tema de las aduanas”. “Hemos enviado un correo a la Embajada [marroquí en España] para pedir instrucciones, pero no ha habido respuesta”, indica.
El ejército del reino alauí y los equipos internacionales de salvamento, entre ellos la Unidad Militar de Emergencia (UME) española, son clave para el reparto de la ayuda. Así lo defiende Miguel Riqueni, líder de la asociación Rally Solidario, que recauda cada año ropa, material escolar y alimentos para repartirlos en Marruecos. “Llevaremos las donaciones en camiones hasta Marraquech. Una vez allí, nos repartiremos en tres coches 4×4 para poder llegar a la montaña y a las zonas incomunicadas. Conozco a guías y a militares que nos pueden ayudar”, cuenta telefónicamente desde Sevilla. La agrupación recaudará donativos hasta el viernes para comenzar con la tarea de distribución a partir del domingo en la región del Atlas, que ha sentido este jueves una réplica de magnitud 4,6, la mayor desde el terremoto del viernes.
A pesar de la urgencia para el envío del primer paquete de ayudas donado por la sociedad civil, la asociación ATIM entiende que no se trata de una carrera de velocidad, sino de resistencia. “La gente no va a tener vivienda de un día para otro y va a necesitar nuestro apoyo por al menos tres años”, calcula Yacoubi. Es por eso que mantendrá abiertos los más de 15 puntos de recogida en Murcia durante varias semanas: “No hay fecha límite para la recepción de donativos”.
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