Irán e Israel: la UNAM debate la intensificación del conflicto y sus efectos en el mundo

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En el mes de junio de 2025, el enfrentamiento entre Irán e Israel llegó a un punto crítico, con agresiones directas que han causado múltiples bajas civiles y producido alertas de conflicto bélico. Este altercado ha transformado no solo la interacción geopolítica en el Medio Oriente, sino que además ha provocado inquietudes a nivel internacional. Expertos de distintas áreas han empezado a analizar las causas profundas, los impactos directos y los escenarios potenciales que podrían surgir de esta intensificación.

La ofensiva más reciente, conocida como “León Naciente”, comenzó con bombardeos israelíes sobre objetivos estratégicos en Irán, incluyendo instalaciones científicas y zonas urbanas. En respuesta, Irán lanzó una serie de misiles y drones hacia territorio israelí, marcando un punto crítico en la historia de las relaciones entre ambos países. Estos intercambios bélicos han dejado un saldo de decenas de muertos y cientos de heridos en ambos lados, lo que ha llevado a Estados Unidos y a la Unión Europea a instar a la contención, mientras que Rusia y China han condenado las acciones de Israel.

Desde una perspectiva académica, este conflicto se interpreta como parte de una lucha por el liderazgo regional en un contexto de vacío de poder en el Medio Oriente. Algunos expertos sugieren que Israel, al actuar desde una lógica de «guerra preventiva», busca mantener su influencia en la región, similar a la estrategia seguida por Estados Unidos en la invasión de Iraq en 2003. Por otro lado, Irán busca equilibrar el poder manteniendo el control sobre su programa nuclear, en el marco del Tratado de No Proliferación Nuclear.

Este episodio de enfrentamientos no debe considerarse un incidente independiente, sino como una parte integral de un reajuste más amplio en las estructuras de poder de la región. Las medidas de Israel han debilitado importantes esfuerzos diplomáticos, tales como las conversaciones para el reconocimiento del Estado palestino en plataformas globales. La carencia de mediadores de confianza en este conflicto ha destacado la urgente necesidad de una resolución política que pueda frenar la violencia.

La razón fundamental de este aumento también se percibe como un esfuerzo por mostrar disuasión simbólica. Los dos países parecen estar comunicando señales a sus propias audiencias, mostrando poder tanto dentro como fuera de sus fronteras. No obstante, este acto de poder es delicado y puede desmoronarse fácilmente si ocurre un error de evaluación que lleve a un conflicto armado.

Considerando el derecho internacional, los asaltos en áreas con alta densidad de población generan serias inquietudes. La justificación de la defensa preventiva, utilizada por Israel, no tiene sustento en el contexto del derecho internacional. Estas agresiones no solo conllevan complejas responsabilidades legales, sino que también sitúan a los civiles en el foco del perjuicio.

Las consecuencias de este conflicto no se restringen solo al área regional; su influencia se percibe en el sistema internacional en su totalidad. La reconfiguración de los bloques geopolíticos se hace notable, con Estados Unidos e Israel posicionándose de un lado y del otro, Irán, China y Rusia, que demuestran un nivel creciente de colaboración. La eventualidad de un cierre del Estrecho de Ormuz, por donde pasa una porción importante del petróleo mundial, podría provocar una crisis económica global, impactando particularmente a las naciones más frágiles.

Aunque América Latina no participa directamente en el conflicto, hay una presión diplomática que podría obligar a naciones como México a asumir una postura en foros internacionales. La tradicional defensa mexicana del derecho internacional y de la resolución pacífica de conflictos se enfrenta a desafíos en un entorno donde mantener la neutralidad resulta complicado.


La disputa entre Irán e Israel resalta la falta de legitimidad de las organizaciones internacionales, que parecen ineficaces para intervenir con éxito en situaciones como esta. La inactividad del Consejo de Seguridad de la ONU, frecuentemente afectado por el veto de Estados Unidos, restringe las alternativas para una intervención que marque la diferencia.