La economía conductual se ubica en el punto de encuentro entre la economía y la psicología, y busca comprender de qué manera los factores psicológicos moldean las decisiones económicas de personas y colectivos. Mientras que la economía clásica y neoclásica partían de la idea de que los agentes actuaban con total racionalidad y perseguían siempre la maximización de su utilidad, la economía conductual cuestiona este planteamiento al mostrar que, en la práctica, las elecciones humanas suelen desviarse de la lógica estricta y están condicionadas por diversos sesgos cognitivos.
Fundamentos de la economía conductual
Uno de los pilares fundamentales de la economía conductual es el concepto de racionalidad limitada, introducido por Herbert Simon. Esta idea sugiere que, mientras las personas intentan ser racionales, su capacidad cognitiva, tiempo y recursos limitados a menudo resultan en decisiones subóptimas. Kahneman y Tversky, dos gigantes en este campo, desarrollaron la teoría de las perspectivas, que describe cómo las personas toman decisiones en condiciones de incertidumbre, desafiando la noción de expectativas racionales y demostrando que los individuos valoran las pérdidas y ganancias de manera diferente.
Influencia de los sesgos cognitivos en las elecciones económicas
Los sesgos cognitivos desempeñan un rol fundamental dentro de la economía conductual. Uno de los fenómenos más analizados es el efecto anclaje, en el que una persona se apoya en exceso en la primera información recibida (el «ancla») al tomar decisiones posteriores. Un ejemplo conocido proviene de un estudio que reveló que quienes veían inicialmente un precio elevado antes de negociar un automóvil acababan pagando más que aquellos que no contaban con una referencia previa.
Otro sesgo relevante es el sesgo de confirmación. Este fenómeno describe la inclinación a buscar o interpretar datos que respalden creencias o supuestos previos. Un caso habitual aparece entre inversionistas del mercado accionario, quienes con frecuencia privilegian información que reafirma sus decisiones mientras pasan por alto señales que podrían advertirles de posibles riesgos.
Ejemplos de uso práctico
La economía conductual no se limita a lo teórico, sino que demuestra un impacto práctico notable. Por ejemplo, el enfoque del nudging ha sido adoptado por gobiernos y diversas organizaciones para orientar a las personas hacia decisiones más favorables sin recurrir a la coerción. En el Reino Unido, la «Nudge Unit» ha puesto en marcha intervenciones sencillas, como reorganizar los alimentos saludables en las cafeterías, lo que ha impulsado elecciones cotidianas más sanas sin limitar la libertad de escoger.
En el ámbito del ahorro, se ha demostrado que un simple cambio como la inscripción automática en los planes de pensiones de los empleados puede aumentar considerablemente las tasas de ahorro. Estos cambios, aunque sencillos, tienen profundas implicaciones para el bienestar económico a largo plazo.
El futuro de la economía conductual
A medida que se profundiza en el complejo escenario de las decisiones humanas, la economía conductual resalta por su capacidad para abordar las contradicciones propias de la naturaleza humana y, desde una perspectiva interdisciplinaria, brinda una mirada singular que permite comprender tanto el comportamiento económico como las implicaciones éticas que surgen al aplicar estas ideas en políticas públicas y estrategias de mercadotecnia.
