El presidente de Rusia, Vladimir Putin, sorprendió recientemente al anunciar un alto al fuego unilateral en Ucrania con motivo de la Pascua ortodoxa. El anuncio, realizado en un discurso televisado, señalaba que las fuerzas rusas detendrían todas las hostilidades durante un periodo de aproximadamente 30 horas, desde las 18:00 del sábado hasta la medianoche del lunes.
Putin expresó su deseo de que el gobierno ucraniano siguiera el ejemplo, calificando la tregua como un gesto humanitario y una muestra de buena voluntad. Sin embargo, desde el lado ucraniano se han reportado intensos ataques durante las primeras horas del supuesto alto al fuego. Según el presidente Volodímir Zelensky, durante las primeras seis horas de la tregua se registraron casi 400 bombardeos, 19 ofensivas militares y el uso masivo de drones, lo que pone en duda la veracidad del anuncio ruso.
Las autoridades en Ucrania ven esta medida como un esfuerzo del Kremlin por mostrar un supuesto interés en la paz, aunque sigue con sus actividades militares. Según Zelensky, Ucrania ha mostrado su disposición para detener las hostilidades durante 30 días, pero Moscú aún no ha respondido a esta oferta. Afirmó que su administración está lista para alargar una tregua, siempre y cuando se cumpla de manera genuina y puedan verificarse.
El Ministerio de Defensa de Rusia, por su parte, insistió en que sus fuerzas estaban cumpliendo con la tregua, y responsabilizó a las unidades ucranianas por romper el cese al fuego. Según su versión, se habrían producido más de 400 ataques ucranianos contra posiciones rusas, así como el lanzamiento de múltiples drones y proyectiles, causando víctimas civiles, aunque sin ofrecer detalles precisos.
Al mismo tiempo que se anunciaba la tregua, las sirenas antiaéreas volvieron a sonar en ciudades como Kyiv, y los reportes de explosiones continuaban en varias zonas del país. Funcionarios ucranianos, incluyendo miembros del parlamento y representantes del área de defensa, expresaron su escepticismo sobre las verdaderas intenciones de Moscú, calificando el gesto como una maniobra propagandística.
Uno de los elementos que reforzó la narrativa rusa fue el anuncio de un intercambio de prisioneros de guerra. Según información oficial, 31 soldados ucranianos heridos fueron intercambiados por 15 militares rusos en similares condiciones. Zelensky celebró el regreso de los soldados, agradeciendo especialmente el apoyo de países mediadores que facilitaron el proceso. Desde el inicio del conflicto, más de 4,500 personas habrían sido liberadas en operaciones similares.
A pesar de estos gestos, la comunidad internacional observa con cautela la evolución de los acontecimientos. En particular, el presidente de Estados Unidos ha expresado frustración por la falta de avances sustanciales hacia una paz duradera, amenazando con retirar su apoyo diplomático si ambas partes no demuestran una voluntad genuina de cesar las hostilidades.
La tregua pascual anunciada por Rusia recuerda a otras iniciativas similares del pasado, como la realizada durante la Navidad ortodoxa en 2023. En aquella ocasión, también se prometió un alto al fuego que no se cumplió del todo, y que fue ampliamente cuestionado por las autoridades ucranianas tras múltiples ataques en zonas conflictivas del este del país.
El planteamiento del Kremlin, de acuerdo con ciertos expertos, podría tener el objetivo de presentar una actitud abierta al diálogo frente a la comunidad global, sobre todo ante países que desean una solución negociada al enfrentamiento. No obstante, las actividades en el terreno parecen desmentir las declaraciones oficiales, lo que conserva la incredulidad tanto dentro como fuera de Ucrania.
Por ahora, el conflicto sigue sin solución a la vista, mientras ambas partes se acusan mutuamente de impedir cualquier avance hacia un cese del fuego duradero. La «tregua de Pascua», más que un paso hacia la paz, ha puesto en evidencia la profunda desconfianza mutua y la complejidad de un conflicto que, a más de tres años de su inicio, continúa cobrándose vidas y desplazando a miles de personas.